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Notas Noviembre 2010
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Editorial

 

 

Latinoamérica ha empezado a transitar nuevos caminos. Vivimos tiempos de cambios, y consideramos un deber como ciudadanos y como docentes el acercar las fuentes necesarias a la comunidad para poder comprender qué lugar ocupamos como pueblo en este mundo.

Seguimos en el convencimiento de que es en el seno de nuestro territorio y de nuestra historia donde se pueden generar fuertes lazos con el pueblo que promuevan el arraigo hacia el país de todos los integrantes de la comunidad afianzando así el sentido de pertenencia.

Viajar por estos lugares en donde la cultura y la historia afloran en todos sus rincones, y las ruinas de antiguas civilizaciones se sumergen en un marco natural maravilloso, nos permiten reflexionar sobre el pasado para proyectarnos en el futuro.

Pero viajar por estos lugares nos muestra la destrucción generada por aquellos bárbaros, llámense, colonizadores, encomenderos, políticos de hoy y ayer; y la iglesia que le dio un carácter sagrado a la conquista. Esta destrucción refleja el sufrimiento de los pueblos. originarios, cuyas culturas y vidas fueron y siguen siendo arrasadas.

La revalorización de las culturas originarias y la reafirmación étnica, tal como se manifiestan actualmente entre los pueblos americanos, son una consecuencia de la toma de conciencia de miles de hombres y mujeres, que redescubrieron los tesoros que nos dejaron nuestros ancestros.

Este proceso de revitalización cultural, tiene sus guías y sus líderes. En muchos casos han sido profesores y docentes que alertaron a los niños y jóvenes contra tentaciones alienantes que desvalorizan lo que les enseñaron sus padres y abuelos. Estos guías han sido maestros creativos, que supieron combinar los conocimientos académicos adquiridos con el saber popular y comunitario. No siempre fueron comprendidos, pero divulgando sus convicciones con entusiasmo, han alimentado una corriente que ya nadie puede parar.

LA NON-FICTION DE RODOLFO WALSH

 

por

 

Ignacio Bosero

 

 

Salió de su casa temprano esa mañana, llevaba un portafolio negro y un sombrero de paja. Que la cita a la que asistía podía ser una emboscada. Que en el interior de su portafolio llevaba varias cartas, que logró depositar algunas en algún buzón de Buenos Aires. Llevaba la carta abierta de un escritor a la junta militar.

El 25 de marzo de 1977, en la esquina de San Juan y Sarandí, un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada logró reconocerlo: una ráfaga de ametralladora lo alcanzó, y aún su cuerpo continúa desaparecido.

Rodolfo Walsh nació un 8 de enero de 1927 en la localidad de Choele-Choel, en la provincia de Río Negro, Argentina.

A los cinco años debió abandonar el campo con parte de su familia y trasladarse a Benito Juárez, porque sus padres tenían penurias económicas. Su padre, cuando él tenía 18 años, muere en un accidente de caballos, momento que marcaría a fuego su vida; su herencia fue “Mar Negro”, otro caballo.

En 1944 intentó ingresar al liceo naval pero fue reprobado. Empezó a estudiar en la facultad de Filosofía y Letras en la UBA, sin embargo, no terminó.

En 1957, fue publicado su primer libro, de género policial, llamado Variaciones en Rojo. El 15 de enero de 1957, la revista Revolución Nacional, incluyó en sus páginas, la entrevista “Yo también fui fusilado”. Que luego se transformaría en Operación Masacre. Y que en un principio Rodolfo Walsh lo quería llamar “Fusilados al Amanecer”.

Con Operación Masacre, Rodolfo Walsh inaugura lo que se conoce como el género non fiction, es decir, género de no-ficción. Este género nace de la tentativa de fusionar la “literatura” y la investigación periodística.

A mediados de los años ´59 viajó a Cuba, en donde formó parte de la Agencia Prensa Latina. Trabaja como criptógrafo y revela la información secreta de la invasión a Bahía de los Cochinos. También realizó la entrevista más corta de su vida periodística; con Ernest Hemigway.

En 1968, comienza a publicar en el semanario CGT una serie de notas que luego se conocerían como Quién mató a Rosendo. En 1973, publica en la Revista Mayoría, el Caso Satanowsky. Libros de gran resonancia que retratan el clima político del país.

Más maduro en sus ideas políticas, Rodolfo Walsh se sumaría al grupo Montoneros, junto su hija Vicki, y allí conformaría la Agencia de Noticias Ancla. Luego tendría que sufrir, a manos de la dictadura, la pérdida de su hija.

El 24 de Marzo de 1977, a un año de la “asunción” de la Junta Militar en la Argentina –que ya se cobraba miles de desaparecidos–, Walsh redacta la famosa carta que recorrería el mundo, la “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”, letanía de calamidades de la cual gran parte ignoraba que podían estar ocurriendo.

Antes de morir, Walsh tenía pensado escribir sus memorias divididas en tres partes: su relación con la literatura, su relación con la política y por último, los caballos. De hecho, lo estaba haciendo en su casita de San Vicente junto a su esposa. Muchos de estos escritos, así como su autor, continúan desaparecidos.

 

La Obra y el autor

Si tuviera que resumir la non fiction, seguramente diría Operación Masacre, afirmaba Rodolfo Walsh. La impresión que se tiene al volver a leer esta obra es que nunca termina, que las palabras quedan como un estigma en el cuerpo del lector, que cada tinta que fue derramada es como un chorro de sangre a la vez, un eco lejano, una voz remota que envuelve la atmósfera agreste; como si las descargas de las armas estuvieran latentes en el aire, tenso, espeso, silencioso…

La aventura que emprende Rodolfo Walsh se inicia a su vez con un período de experimentación y de grandes cambios –que van suscitándose paulatinamente– a través de la búsqueda de nuevas formas narrativas. Este movimiento puede observarse en el periodismo duro o clásico ya que sus normas de realismo se estaban desgastando. De esta manera, la non fiction abre un camino inexplorado: todo lo que se pretende narrar queda dentro de la órbita del “campo”: campo, zona, lugar de los acontecimientos empíricos donde los hechos se pertrecharon. Se quiere trazar una unión entre la literatura y el periodismo. De hecho, es lo que va a suceder con la aparición del género. Es por ello que a partir de los años ´60, aparecen numerosos relatos vinculados al género non fiction (no-ficción). Suele pensarse en los narradores norteamericanos, en especial en Truman Capote, Norman Mailer y Wolfe, como los mejores hacedores y como los iniciadores del género; sobre todo por su tradición periodística. Pero, sin embargo, ocho años antes de que Truman Capote escribiera su famoso libro A sangre fría (1965), Rodolfo Walsh, había publicado Operación Masacre (1957) en Buenos Aires. Esta anticipación constituye hoy un hecho incuestionable para la crítica. Pero en ese momento histórico, el hecho de que el norteamericano Truman Capote escriba A sangre fría, por lo demás notable en su estilo, le permitía –por encontrarse en el “universo narrativo de Estados Unidos”–, disponer del honor y la atribución de la crítica como fundador del género de no-ficción.

Otro de los rasgos fundamentales de este tipo de género es la búsqueda de la verdad de los hechos. Verdad que puede pensarse como intención justiciera: una especie de detective ya no privado, ya no psicológico, sino comprometido socialmente. Los textos investigan y trabajan con evidencias, pruebas, testimonios comprobables. Es por eso que cuando leemos Operación Masacre nos encontramos con una reconstrucción de los hechos que transcurrieron en un tiempo no tan lejano. Los hechos son novelados desde una perspectiva nueva con elementos del periodismo y la literatura policial. Además, podemos agregar, la inversión se da en los dos campos: la literatura policial aporta al periodismo el entramado extenso temporalmente de la persecución de un crimen; el periodismo señala una dirección de lo que realmente sucedió, su condimento de “verdad”, de noticia, de novedad. Walsh es el que va en busca, el que realiza el salto: la realidad lo lleva a la ficción, y la ficción lo deposita en la realidad. Pero la idea de “realidad” y de “ficción” es la que queda tensionada. La semilla ha dado el brote: un nuevo género, la no-ficción.

Según David Viñas, “el derrotero crítico de Walsh culmina en Operación Masacre ese testimonio fundamental que por su movimiento de página y por su entonación se graba con nitidez en un curso trágico: El que inaugura José Hernandez con sus comentarios al degüello de Chacho Peñaloza, prolongando en el aguafuerte de Roberto Arlt con la descripción del fusilamiento de Severino de Giovanni en 1931. Esos momentos portan tres blasones que corroboran las complejas y mediadas pero decisivas relaciones entre la política argentina y el espacio textual: la liquidación del gaucho rebelde, la eliminación del inmigrante europeo, y la masacre del obrero subversivo. La carta abierta a la dictadura de 1977 – al inscribirse en esa secuencia como cuarto blasón- no solo continúa y ahonda sino que preanuncia ya el asesinato del intelectual heterodoxo”.

El género, entonces, es decididamente crítico: tiende a desmitificar las relaciones de poder en la sociedad por un lado. Por otro lado, pide una postura más crítica en el lector. Para ver el alcance de este uso, puede leerse un fragmento de Operación Masacre: “aquí quiero pedir al lector que descrea de lo que yo he narrado, que desconfíe del sonido de las palabras, de los posibles trucos verbales a que acude cualquier periodista cuando quiere probar algo, y crea solamente en aquello que coincidiendo conmigo, dijo Fernández Suarez”.

Las obras de Walsh, Operación Masacre, ¿Quién mató a Rosendo? (1968), y Caso Satanowsky (1973), se distinguen por una investigación rigurosa. Al nivel de la técnica, la capacidad de Walsh de usar el periodismo y apropiarse de sus condiciones históricas precisas para hacer testimoniar la historia desde un punto de vista político. Textos como el de Operación Masacre, se vuelven de una relevancia histórica a modo de documento. En cuanto a lo que descubre Walsh en estos tres libros se introduce otra modificación esencial: el estado es quién comete el delito o es cómplice de él. Por lo tanto, el narrador se constituye como periodista y como detective justiciero. Una modificación que se traduce al sistema de género policial clásico.

En los tres textos de Walsh: “Caso Satanowsky”, “Quién mató a Rosendo”, y “Operación Masacre”, las investigaciones tienen por objeto descubrir a los culpables de los delitos y conseguir que se haga justicia; pero si esto último fracasa, no es porque no se sepa la verdad, sino porque el sistema y las autoridades que lo encarnan son corruptos y arbitrarios. Esta es una evidencia fulminante y amarga que puede rastrearse en las lecturas.

El periodista–detective, debe entonces transgredir ese orden injusto e intentar la única forma de compensación posible: narrar y denunciar. Para esto tiene que arriesgarse a ser perseguido, ocultarse y, a la manera de Marlowe, debe ir a la búsqueda de informantes, sobrevivientes y sospechosos: “La larga noche del 9 de junio vuelve sobre mí, por segunda vez –escribe Walsh– me saca de lasa suaves, tranquilas estaciones. Ahora durante casi un año no pensaré en otra cosa, abandonaré mi casa y mi trabajo, me llamaré Francisco Freyre, tendré una cédula falsa con ese nombre, un amigo me prestará una casa en el Tigre, durante dos meses viviré en un rancho helado de Merlo, llevaré conmigo un revólver, y a cada momento las figuras del drama volverán obsesivamente.”  

En el prefacio de Música para Camaleones, Truman Capote, como dijimos, el otro hacedor del género no–ficción, escribe unas palabras que nos sirven como síntesis para pensar el proyecto de Rodolfo Walsh: “Luego, un día, empecé a escribir, sin saber que me había encadenado, de por vida, a un amo noble pero despiadado. Cuando Dios nos ofrece un don, al mismo tiempo nos entrega un látigo, y este solo tiene por finalidad la autoflagelación.”

 

¿Quién mató a Rosendo?

Llegamos así al interrogante principal, dice Walsh, en el apartado número 19, llamado “Reconstrucción” del libro. Tras una intensa e infatigable corroboración de pruebas y hasta de conjeturas invalorables por los peritos judiciales, Walsh genera una serie de hipótesis, todas fundamentadas profesionalmente, de las cuales va refutándolas entre ellas para dar definitivamente con el matador de Rosendo García.

Redacta: “(…) quedan como posibles autores de la muerte de Rosendo García, Raúl Valdés y Augusto Timoteo Vandor (…) esa es mi “conjetura” particular: que el proyectil número 4 fue disparado por Vandor, atravesó el cuerpo de Rosendo García e hizo impacto en el mostrador de la Real, que hasta el día de hoy exhibe su huella. Admitiendo que no baste para condenar a Vandor como autor directo de la muerte de Rosendo, alcanza para definir el tamaño de la duda que desde el principio existió sobre él. Sobra en todo caso para probar cuando inicié esta campaña: Que Rosendo García fue muerto por la espalda por un miembro del grupo Vandorista.”

Aclarado casi todo, y con un profundo silencio de la justicia, el tiroteo de la Real, que daba cuenta de la burocracia sindical en Argentina, y de su corrupción, Walsh devastado por esta implacable denuncia comenta con desasosiego: “el sistema no castiga a estos hombres: los premia. No encarcela a sus verdugos: los mantiene. Y Augusto Vandor es un hombre del sistema. No se trata, por supuesto, que el sistema, el gobierno, la justicia sean impotentes para esclarecer este triple crimen (…)

Esta denuncia ha transcurrido en el mismo silencio en que transcurrió Operación Masacre. No es la única semejanza. Tanto en un caso como en otro se asesinó cobardemente a trabajadores desarmados como Rodriguez, Carranza y Garibotti, como Blajaquis y Zalazar. En mayor o menor grado estos hombres representaban una vanguardia obrera y revolucionaria (…).

La humildad de Walsh – no sin un manto de frialdad- se ve claramente en los últimos párrafos, que parecen retumbar la esencia de su vocación. “en las paredes de Avellaneda, de Gerli, de Lanas, ha empezado a aparecer un nombre que hace mucho tiempo que no aparecía. Solo que ahora va acompañado de la palabra: Asesino.

 

Caso Satanowsky

La lectura del Caso Satanowsky, es quizás, la más compleja de las tres obras mencionadas. Por un lado, la rigurosidad de la investigación desborda una interpretación superficial de los hechos que acontecieron en el escritorio del prestigioso abogado. El trasfondo de esta historia está atravesada por varios entes siniestros que se vienen sucediendo en el país a lo largo de los años y que Walsh, desde su lugar, no dejó nunca de denunciar.

Las innumerables evidencias, cartas, intimidaciones, pruebas y testimonios que recoge Walsh son dignos de una persona altamente comprometida con la idea de justicia, de verdad y de dignidad para con una sociedad. No se me ocurre pensar que vaya a existir otro Walsh, de hecho, no lo puedo pensar y no se pueden pensar los conflictos de poder y corrupción sin las letras de Rodolfo Walsh, tanto dentro como fuera de un país.

¿Qué fue lo que pasó? Un grupo de tipos entró al estudio del abogado Satanowsky, le pidieron una información. Satanowsky dijo no tenerla en su poder, y lo acribillaron.

La escena es más compleja, pero el asesinato se produjo con el mismo procedimiento. Satanowsky era el abogado de Ricardo Peralta Ramos, poseedor de un paquete accionario del Diario La Razón.

A mi entender, este es el mayor legado de Rodolfo Walsh, su perduración, su inacabamiento

En Diario de un clandestino, Miguel Bonasso nos relata la novedad de la detención de Walsh:

“(…) nos vemos cerca de la recoleta, como siempre. Pepe es uno de esos tipos que se anima a encontrarse conmigo en esta época. Estoy sentado en un banco de la plaza y lo veo venir muy serio.

–Cayó Rodolfo Walsh –dice–, no sabe mucho.

Al cumplirse el primer aniversario del golpe, Rodolfo había enviado a las redacciones copias de una carta a la junta militar, que parece ser su testamento.”

 

LA OBRA QUE DEBIÓ PROSPERAR

por

Rafael Restaino

 

Entender el contexto

Para poder comprender el fenómeno social-filosófico-político-teológico que fue el llamado Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo se debe contextualizar el marco histórico en que nació y se desenvolvió.

Entre otros aspectos de debe tener en cuenta que después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, se desarrolló una economía de capital que aumentó la brecha que separaba a los países ubicados en el Tercer Mundo con los países industrializados. Este aspecto trae consecuencias: En primer lugar la movilización de obreros, de campesinos, de organizaciones políticas que producen el conocido Mayo Francés, la Revolución Cubana, y en nuestro país se levantó con fuerza la necesidad del regreso de Perón.

Estos aspectos y otros produjeron la concientización de la estructuralidad de la pobreza, la desocupación, la opresión de los trabajadores. A esto se debe sumar la inestabilidad institucional y el poder que habían tomado las fuerzas armadas, interviniendo constantemente en la vida política con la excusa de defender el orden, convirtiéndose la misma en un enemigo visible.

Ese panorama cargado de injusticia, de arbitrariedad sumamente palpable hizo que algunos sectores de la iglesia sintieran la necesidad de identificarse con el Cristo pobre y sufriente en una clara contraposición a la tradicional interpretación que aseguraba “ que la tierra era para los ricos y el cielo para los pobres”.

Es así como se van constituyendo colectivos sacerdotales que deciden adoptar por los más pobres emprendiendo una lucha frente al régimen de los ricos, y se va haciendo carne lo que el sacerdote Miguel Ramondetti justificaba:

“No se puede condenar la violencia de los oprimidos sin atacar la violencia de los opresores”.

 

El Concilio Vaticano II

Ese aire de renovación vendrá de la mano del Concilio Vaticano II, convocado por el papa Juan XXIII. Este Concilio que se desarrolló entre 1962 y 1965; participaron más de 2.500 padres Conciliares. Entre otros aspectos se propuso revisar dos asuntos: las tradiciones pastorales y litúrgicas y el emprendimiento de una nueva reflexión teológica.

Por liturgia entendemos qué es el culto, la oración, la manera en que se practica el dogma, pues el concilio hizo hincapié en la forma comunitaria y humanística que debía adoptar. Entre otros aspectos, se inició el empleo de las lenguas vernáculas dejando de lado el latín y el canto gregoriano y fue de gran importancia el decreto sobre ecumenismo (las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas).

En cuanto la reflexión se buscó recomponer la idea de compromiso cristiano, donde tuvo gran importancia la Constitución Pastoral Gaudium et Spes donde se precisaba las tareas de la iglesia en el mundo actual.

El Concilio de alguna manera recogió los avances promovidos por la llamada Doctrina Social, una especie de sociología evangélica nacida en el interior de la iglesia. El mismo estaba a tono con los últimos desarrollos metodológicos y enfoques de las modernas ciencias sociales. Podemos decir que esta Doctrina Social tuvo su inicio en 1891 con la encíclica Rerum Novarum de León XIII y que desde 1920 esa línea teológica venía reflexionando sobre el sistema democrático, sobre el contraste entre los países ricos y los países pobres, sobre el avance del marxismo y otras corrientes como también los conflictos sociales.

Tomando esos puntos, el Concilio de la Doctrina Social el Concilio Vaticano II fue una decidida autocrítica a la fidelidad con que la Iglesia había llevado adelante el mandato de Cristo en el mundo. En las razones de esta conclusión cobró gran peso el reconocimiento explícito de las profundas injusticias sociales que predominaban en el orden capitalista, y el creciente interés de la juventud por doctrinas políticas alternativas.

Esa es la razón por la cual la Iglesia post Concilio se acercará al marxismo en Europa (y en otras latitudes y, más tarde, al peronismo en la Argentina).

 

Manifiesto de los 18 Obispos

Continuando con la llamada Doctrina Social el 28 de marzo de 1967, se conoce un documento que traerá grandes consecuencias en los países del Tercer Mundo de América Latina: Populorum Progressio. En él se trataba la situación que vivían los países pobres, los problemas económicos imperantes. Critica duramente el sistema capitalista y lo relaciona con el concepto de “violencia institucionalizada”. Ese documento finaliza haciendo una clara invitación:

“Sí. Nos os invitamos a todos para que respondaís a nuestro grito de angustia en el nombre del Señor”.

Dieciocho Obispos se sintieron convocados y conmocionaron el ámbito católico con un documento conocido como Manifiesto de los 18 Obispos. El inspirador del mismo fue Monseñor Helder Cámara, Arzobispo de Olinda y Recife (Brasil).

En este documento manifiestan la disconformidad hacia las naciones desarrolladas que no aportan ayuda a los países del Tercer Mundo. Es una toma de posición contra los opresores de los pobres que son el feudalismo, el capitalismo, el imperialismo. Habla de la urgente necesidad de terminar con el capitalismo e invita a todos los cristianos a adherir a otro sistema menos alejado de la moral evangélica.

El Manifiesto de los 18 Obispos es conocido en la Argentina por el Obispo de Goya, Alberto Devoto, quien se lo hace conocer a un sacerdote amigo que lo visita, Miguel Ramondetti. Tiempo después supo declarar sobre el Manifiesto:

“Para mí era la primera vez que un documento de este nivel de inserción dentro de la Iglesia y si bien es cierto que no era el Concilio, ni el Papa, ni un episcopado en pleno, eran 18 Obispos representantes de los cinco continentes, provenientes por los menos de cinco realidades distintas que se unían en unas afirmaciones que muchos veníamos haciendo, porque no nos traen novedades muy especiales, pero nosotros sentimos que en un momento determinado hay un ámbito más oficial dentro de la Iglesia sobre el cual nosotros podemos apoyar nuestra propia autoridad.

El análisis que el Manifiesto hacía de la sociedad capitalista me pareció estupendo. Pero lo que motivaba mi euforia y la necesidad de su difusión era su propuesta alternativa: el socialismo. Era la primera vez que una porción significativa de la jerarquía de la Iglesia Católica se pronunciaba en ese sentido”.

Ramondetti se une a otros dos sacerdotes: Rodolfo Ricciardelli y Andrés Lanzón de origen francés, quien realiza la traducción del francés al castellano y lo reprodujeron por medio de un mimiógrafo.

Ese documento fue firmado por 270 adherentes a los cuales se le agregaron más tarde otros 22.

Entre las firmas se encuentran entre otros: Luis Farinello, Eliseo Morales, Carlos Mugica, Miguel Hesayne, Javier Jordán, Rafael y Armando Yacuzzi, Ismael y Rubén Dri. Entre los que se agregaron se encuentra la firma de Monseñor Angelelli.

Por el Obispado de San Nicolás firmaron: Marciano Alba, Eugenio de la Cruz, José Karamán, Osvaldo Guidi, Ángel Zaragoza.

 

Todos ellos de alguna manera estaban de acuerdo con la superación de la antinomia entre cristianismo y socialismo y sobre todo con la toma de conciencia de que la Iglesia no podía identificarse con el capitalismo, con el imperialismo.

 

Movimientos de Sacerdotes Para el Tercer Mundo

En febrero de 1968 eran 320 los adherentes a los nuevos lineamientos. Un crecimiento constante que no pudo dejar de trascender y tomar estado público, razón por la cual comenzaron a ser llamados Curas del Tercer Mundo. Esto obligó al Comité Organizador tratar de ser más preciso y decidieron llamar el nuevo proceso con el nombre de Movimiento de Sacerdotes Para el Tercer Mundo, y fijaron sus objetivos:

1.- Situarse frente a la realidad económica, social y política de la Argentina.

2.- Centrarse sobre las verdaderas necesidades de los pueblos, sus causas, sus posibles soluciones.

3.- Reflexión y revisión evangélica de la realidad concreta.

4.- Ubicación personal y colectiva ante los acontecimientos históricos.

Para llevar a cabo esos objetivos se proyectó un plan de trabajo que se hizo conocer a todos los responsables zonales. El mismo consistía en lo siguiente:

1.- Determinar la conveniencia o no de un Encuentro general de todos los firmantes.

2.- Función y atribuciones que debería tener un equipo coordinador para responder a las necesidades e inquietudes concretas del grupo firmante.

3.- La conveniencia, sentido y forma de integración de militantes laicos.

4.- Conveniencia y posibilidades de ampliar el número de firmantes sacerdotales.

5.- Vinculación y posición a asumir frente a la jerarquía eclesiástica.

 

Carta a los Obispos de Medellín

En junio de 1968, ochocientos sacerdotes de América Latina se dirigieron a la Asamblea del CELAM. El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo redactó una Carta a los Obispos de Medellín que se dio a conocer antes del inicio del encuentro y fue firmada por 431 sacerdotes argentinos, 200 brasileros, 100 de Uruguay y 50 bolivianos. En esa carta se encontraban las siguientes ideas:

La violencia existente en América Latina.

El beneficio de las minorías y del Imperialismo internacional del dinero.

La situación económica en América Latina.

La Iglesia católica como cómplice del mecanismo opresor.

Y se pedía a los integrantes de la Asamblea que no se confundiera la violencia estructural y represiva injusta con la justa violencia de los oprimidos y, por sobre todo, que los cristianos opten por la liberación.

Medellín fue la continuación del Concilio Vaticano II y puede decirse que criticó el sistema capitalista-imperialista y como se practicaba en América Latina.

 

Síntesis para explicar el Movimiento en la Argentina

En apretada síntesis podemos señalar que el proceso del Movimiento nace en 1967 cuando unos 70 estudiantes ayunadores alojados en la parroquia Cristo Obrero del Barrio Universitario de Córdoba originan un conflicto clerical que tiene como consecuencia un pedido de renuncia de los titulares de la parroquia: Nelson Dellaferrera y José Gaido.

Un mes más tarde de ese hecho es acusado por subversión el sacerdote César Raúl Sánchez capellán del ingenio San Pablo por haber encabezado una manifestación obrera. Al ser defendido el sacerdote por el Vicario Capitular, monseñor Gómez Aragón, se originó un enfrentamiento entre el poder civil y el poder eclesiástico.

El 1º de mayo se reunieron en las afueras de Córdoba 23 sacerdotes de lo que surge el llamado Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo. A siete días de ese encuentro se inició un enfrentamiento durísimo entre el Obispo de San Juan y el gobernador de la Provincia Laborde Ibarra. El Obispo apoyado por sus sacerdotes enjuiciaba la labor del mandatario.

A pocos meses de este hecho los presbíteros Héctor Botán y Roberto D´Orta entregan un documento en la Casa Rosada firmado por 60 sacerdotes. Al retirarse con un grupo de personas arrojaron en la Plaza de Mayo panfletos en los cuáles se expresaba: “Feliz Navidad ¿Para quién?”

A fines de 1968 el Movimiento se encuentra en plena ebullición. Las palabras del Obispo de Goya en la Nochebuena de ese año así lo indican. En su pastoral dijo entre otros conceptos:

“Se puede aplicar en nuestra provincia las palabras del mensaje de Medellín: se conjugan el hambre y la miseria; las enfermedades de tipo masivo, la mortalidad infantil, el analfabetismo y la marginalidad, las profundas desigualdades entre los ingresos y las tensiones entre las clases sociales”.

Por esos mismos días numerosos grupos de sacerdotes realizaban jornadas de penitencia y de protesta.

En 1968 se presenta un conflicto de grandes proporciones entre el Obispo de Rosario y sacerdotes de la OCSHA (Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana) que no respondían debidamente a la autoridad del Obispo. Por esa razón se pidió que se les rescindiera el contrato, lo que produjo un conflicto de notables proporciones: una crisis entre los sacerdotes de la Diócesis y de los laicos que estaba a favor o en contra de la medida. Entre ellos el sacerdote de Cañada de Gómez, Pbro. Amiratti, se le acepta la renuncia, pero el pueblo en su totalidad se levanta para evitarla. Entre las acciones se encuentran el evitar que ingrese a la ciudad el reemplazante. La protesta que se llevó adelante hizo que la policía reprimiera y que se tuviera como saldo numerosos heridos y una gran cantidad de detenidos. Este hecho hizo que se levantara en todos partes las voces para repudiar la acción.

 

La violencia no es cristiana

En Pergamino se emitió un documento muy sentido y muy firme desde lo ideológico que firmaban los sacerdotes Gastón Romanello, Saturnino Prieto, Marciano Alba, Julián Arriero, Luis Portolán, Carlos Antonio Pérez y Francisco Scapolo. Estos sacerdotes firmantes manifestaban su descontento con la represión que había acontecido en Cañada de Gómez y expresaban estos conceptos donde puede verse el espíritu del Documento de Medellín:

“La violencia no es cristiana ni evangélica. El cristiano no es simplemente pacifista porque es capaz de combatir, pero prefiere la paz a la guerra. Sin embargo la paz no es pasividad o conformismo. Es el resultado de un continuo esfuerzo de adaptación a las nuevas circunstancias, a las exigencias y desafíos de una historia cambiante. Una paz estática y aparente puede conseguirse por el imperio de la fuerza; una paz auténtica implica lucha, capacidad, inventiva, conquista permanente. Exige hacerse fuerte con audacia y valentía al egoísmo, a la injusticia personal o colectiva”.

Existía un clima de indudable compromiso con todo aquello que era la vida misma, la vida en las calles. Los sacerdotes se manifestaban con nuevas palabras y con nuevas actitudes. Era un nuevo cristianismo puesto en práctica. Un cristianismo definido y deseado de esta manera según Marciano Alba: “queremos un cristianismo joven, de empuje y de fuerza; de impacto en los demás. Queremos una Iglesia sin preponderancia y sin altivez: pobre y sencilla, sin tanto aparato externo y más cercano al pueblo pobre. Con menos burocracia y mucha más preocupación por los problemas humanos”.

Por otra parte, el sacerdote Saturnino Prieto señalaba en la revista “Pergamino Entre 15 Días” estos puntos para entender lo que estaba pasando en la Iglesia y sobre todo para comprender los que pasaba en la diócesis de Rosario:

“Existe una evolución en el concepto sacerdocio y Jérica en el cual el sacerdote y el obispo no son considerados seres superiores a los demás hombres, sino hombres con vocación de servicio hacia su comunidad.

Se ve perfectamente compatible el ejercicio del ministerio sacerdotal con cualquier otra profesión.

Hay una valorización de lo comunitario sobre lo individual.

La autoridad del obispo deja de entenderse como absoluta y totalitaria. Por lo tanto le exige una mayor competencia y lucidez para ejercitar ese cargo.

Se deja de establecer la división entre los que tienen y los que no tienen fe para aplicar el dinamismo en el cual una persona puede avanzar o retroceder, es decir, se puede estar anclado en la fe o atravesar épocas de crisis”.

 

Encuentros nacionales

Como resultado de esos objetivos fijados se realizaron diferentes Encuentros donde participaron los responsables de zona. El primero de ellos se realizó el 1º y 2 de abril en la ciudad de Córdoba donde participaron 21 sacerdotes representando a 13 Diócesis. En el mismo se fijó la necesidad de buscar un compromiso cristiano ante la realidad.

Después de este primer Encuentro quedó organizado el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo con un responsable general, un secretariado y los coordinadores que representaban distintas zonas del país. El responsable general desde 1968 hasta 1973 fue Miguel Ramondetti, luego lo llevó adelante Osvaldo Catena. Actuaron en el secretariado Héctor Botán, R. Ricciardelli y Jorge Breñaza.

El Segundo Encuentro Nacional se realizó el 2 y 3 de mayo de 1969 en Colonia Caroya (Córdoba) donde participaron 27 Diócesis y analizaron el tema Política y pastoral, intentando poner luz a un gran interrogante: Comprometerse en la promoción y liberación del hombre ¿implica hacer política?

De este encuentro salió un documento llamado Coincidencias Básicas del Movimiento.

El Tercer Encuentro Nacional se realizó en Santa Fe el 1° y 2 de mayo de 1970. Participaron del mismo 117 sacerdotes representando a 25 Diócesis. Se reflexionó sobre el Profetismo en el Antiguo y Nuevo Testamento, analizando la realidad social del país. Se rechazó el sistema capitalista vigente y su lógica consecuencia: el imperialismo económico y cultural y se adhirieron al proceso revolucionario que promueve el advenimiento del Hombre Nuevo.

Se hizo la opción hacia un socialismo latinoamericano que implicara necesariamente la socialización de los medios de producción, del poder económico y político y de la cultura.

En este Encuentro se decidió que los laicos no podrían formar parte del Movimiento, ya que el mismo era sacerdotal. También es de suma importancia como en este Encuentro se detienen para bucear en el peronismo al que consideran como antecedente revolucionario para tener en cuenta.

El Cuarto Encuentro Nacional se realizó en Córdoba el 8 y 9 de julio de 1971 en el cual participaron 160 sacerdotes. Después de las jornadas se emitió el Documento de Carlos Paz en el cual se señalan una serie de males que sufre el país y sobre el peronismo como vía para la revolución que lleve al socialismo latinoamericano.

Este fue el último Encuentro ya que se profundizaba la fractura del Movimiento.

 

El Movimiento en la Diócesis de San Nicolás de los Arroyos

La amplia región que comprende la Diócesis de San Nicolás de los Arroyos (San Nicolás, Ramallo, San Pedro, Bartolomé Mitre, Capitán Sarmiento, Salto, Pergamino, Rojas, Colón, General Arenales), estadísticamente compuesta por 14.559 Km y una población de 427.448 habitantes, se vio conmovida desde el inicio del Movimiento por la rápida propagación de las ideas, por la llegada de sacerdotes jóvenes que venían de otros países, y la actitud del Obispo, monseñor Carlos Horacio Ponce de León, quien asumió esa función en junio de 1966 y la mantuvo hasta su asesinato en julio de 1977. No se encuentra su firma adhiriendo a los documentos que se propagaban por esa década del sesenta a favor de los nuevos vientos en la Iglesia, pero su actitud, su desempeño, su compromiso fue mucho más que una firma.

Curiosamente por este tiempo llegan al obispado los religiosos italianos Luis Portolán, Francisco Scápolo, quienes se instalan en el barrio Acevedo de Pergamino. En el Partido de General Arenales, en el pueblo de Arribeños, se encuentra otro sacerdote de origen italiano: Gastón Romanello, quien en 1966 será trasladado a la parroquia De la Merced de Pergamino. Arriban los españoles Marciano Alba y Julián Arriero, quienes se unen a otro español: Saturnino Prieto (posiblemente el primero en vestir clergyman). En San Pedro el sacerdote Hugo Papaleo demuestra que se puede ser cura, pero además andar en bicicleta, cantar, bailar, jugar al fútbol y, por sobre, acercarse a la gente como uno más.

De la ciudad de Ramallo se erige en un verdadero ideólogo, el entonces el recién ordenado sacerdote César Niz.

En San Nicolás de los Arroyos el Obispo Carlos Ponce de León siente las palabras del obispo Gerónimo Podestá cuando habla de la encíclica Populorum Progressio en un teatro de Avellaneda donde dice entre otras cosas:

“El factor económico amenaza explotar al hombre por el hombre y hay que humanizar la economía para ponerla al servicio del hombre. Un hombre de buena voluntad no debe escandalizarse por las palabras de Paulo VI. Cristo no tuvo miedo. Paulo tampoco de causar el escándalo del egoísmo humano. Yo tampoco tengo miedo de causar el escándalo de la verdad”.

Ponce de León siente esas palabras e intenta con todas sus energías ponerlas en práctica.

 

El obispo Ponce de León

Los que lo conocieron a este tercer Obispo de la Diócesis de San Nicolás coinciden en señalar que era por sobre todo un pastor: que vivía para Dios y para los hombres. Imprimió el espíritu de vivir a fondo el evangelio y un impulso renovador que provenía de su intento de ser fiel a las nuevas enseñanzas que proponía la Iglesia renovada por el Concilio. Tan fuerte fue su intento que se sintió a lo largo y a lo ancho de su diócesis.

En su lema episcopal tomado del evangelio de San Mateo (20,28) se encuentra su esencia: “No he venido para ser servido, sino para servir”. En estas palabras elegidas de Cristo, indudablemente, demuestran la dimensión de su entrega.

Fue uno de los primeros Obispos que se propuso poner en marcha y vivir el Concilio Vaticano II, del cual había participado. Sintió estos aires de renovación no como una moda, sino como un impulso del Espíritu.

Apenas ingresó al Obispado firmó un decreto aprobando “Ad experimentum” por un año los institutos de catequesis Juan XXIII de Pergamino y San Nicolás de Bari en San Nicolás. Luego continuó con las Semanas de pastoral que se fueron realizando en la casa de Pilar, llamada La Montonera. Se veía claramente su inclinación de dedicarse a los jóvenes donde tenía puesta su esperanza de renovación, pero para llevar adelante las medidas indispensables,

decidió ideológicamente, pero mucho más con sus estilo de trabajo y su forma de ser la conformación de un equipo. No era tarea fácil ya que el conglomerado de curas de la Diócesis era decididamente heterogéneo. Según el entonces sacerdote Humberto Pettinari, el gran acierto de Ponce fue “saber escuchar a sus sacerdotes, sabía ponerse de su lado, descubría ideas y proyectos de inspiración divina y las que directamente respondían al egoismo humano”.

De esa manera los fue conociendo y muy rápidamente formó un verdadero equipo con los sacerdotes José Karaman (San Nicolás), Jorge Galli (San Nicolás, Pergamino. Sacerdote ordenado por Ponce en 1968), Anibal Pollacchi (Capitán Sarmiento. Este sacerdote era la verdadera mano derecha del Obispo), Raúl Acosta (San Nicolás), Jorge Breazú (Arrecifes, San Nicolás Ascensión), Pato Flores (San Pedro), Humberto Pettinari (Arrecifes), César Niz (Pergamino) Hugo Detto (San Nicolás. Uno de los primeros en ser ordenado por Ponce de León. Fue su hombre de confianza), Alfredo Nelly, Osvaldo Guidi (Baradero), Marciano Alba (Pergamino), Roberto Amondarain (San Nicolás), Francisco Pedrazzini (Pérez Millán).

Entre las diferentes decisiones de este Obispo se encuentra el lugar que les dio a las 11 Hermanas del Instituto Secular Fraternidad Franciscana. En esta medida, como en otras de igual característica, se encuentran su valentía, su decisión y su compromiso que produjeron, entre otros aspectos, que lo llamaran “ambulancia” por su postura de recibir sacerdotes que eran despedidos de otras diócesis. Esto y otros aspectos le fue trayendo los problemas que decidirán su muerte. Supo decir antes las diferentes amenazas que recibía y al observar como vigilaban sus movimientos: “Antes creía no tener enemigos, ahora me doy cuenta que los tengo”.

Un destino que predijo cuando asesinaron al obispo Angellelli: “Ahora me toca a mí”.

La última amenaza de muerte se constató el 6 de julio, siendo finalmente asesinado el 11 de julio de 1977. 

 

César Carlos Niz

Cualquiera de los sacerdotes que trabajaron en el equipo de Ponce de León merecen una biografía. Nosotros decidimos en este espacio tomar a César Niz, por el fuerte contenido filosófico, teológico y político que desarrolló a fines de la década del sesenta a lo largo y a lo ancho del Obispado.

César Carlos Niz nació en Ramallo en 1933. Se ordenó sacerdote en el seminario de Villa Devoto y desarrolló su actividad principalmente en grupos juveniles. Tuvo desde un primer momento la fortaleza de no temerle al escándalo de la verdad que proponía Podestá. Se encuentra entre los primeros soldados que contó el obispo Ponce de León para llevar adelante el nuevo proceso que se estaba dando en la Iglesia y que se resumía en una palabra: servir. Porque, al fin y al cabo, toda esa revolución pasaba simplemente por querer servir al mundo moderno, por no querer servir a un sistema o a un gobierno, sino servir al hombre.

En la parroquia de la Merced de Pergamino donde estuvo por espacio de tres años llevó adelante la prédica de los conceptos de la Populorum Progresium para escándalo de algunos feligreses que no podían entender el enfoque de la cuestión social que colocaba a la Iglesia al nivel de su tiempo.

Organizó el cine-debate pasando películas como “La fuente de la doncella” de Bergman; “El proceso” de Orson Wells; “Puerto de Lilas” de René Clair; una filmografía densa y de plural contenido.

Asimismo este párroco habló de la oligarquía compuesta por grandes estancieros e industriales encumbrados, de la explotación, de la miseria, la desigualdad, la usura, el privilegio. Habló de los males del liberalismo, diciendo:

“En nuestro país hay fervorosos defensores del liberalismo y lo disfrazan haciéndolo pasar como que defiende las libertades del hombre, de modo que quien habla en contra de sus postulados económicos se convierte en propiciador de ideas colectivas y antidemocráticas”.

Tuvo una actitud de apertura hacia el hombre que resultaba incomprensible para aquellos católicos apegados a una religión formalista. Fue uno de los principales soldados del Obispo de San Nicolás que aplicó esa apertura hacia el hombre, pero no tomándolo a éste como una entelequia a la manera de ciertos humanismos entre racionalistas e ingenuos; sino el hombre de carne y hueso que Miguel de Unamuno reivindicó para la filosofía cristiana.

A fines de 1967 viajó a Europa becado por el Instituto de Pastoral Catequística de París donde participó del Congreso de Laicos que se realizó en Roma y en París trabó amistad con el jocista brasileño Joaquín Monteiro Holanda, un representante cimero del laicado latinoamericano que influirá notablemente en el entonces joven sacerdote. Vivió en la llamada ciudad luz, el Mayo Francés, movimiento que los observó de esta manera:

“Al movimiento estudiantil lo viví intensamente porque me sentí identificado con las aspiraciones del pueblo. No fue dirigido por el Comunismo como dijo la prensa francesa, al contrario, el P. C. estuvo en la retaguardia. Yo diría que fue una especie de Pentecostés. La gente sintió, por una vez en la vida, que podían ser dueños de su destino, de su economía, de su trabajo”.

Niz regresó a Pergamino en 1969 con motivo de un viaje que debió realizar por el fallecimiento de su madre en Ramallo. Antes de partir nuevamente hacia Europa para continuar estudios en La Sorbona señaló que estaba esperanzado en que la Iglesia llegaría a la libertad de celibato, habló de Fidel Castro, de Camilo Torres, de Marcase, de Perón, de la economía en Latinoamérica; recalcó que no se podían aceptar las jerarquías, que no se sentía súbdito de la Iglesia, que sólo era integrante y lo expresó de esta manera:

“Hay un movimiento cultural que produce la democratización, ese deseo del pueblo de asumir su destino también entra en la Iglesia, por eso parece existir una oposición entre clero y jerarquía. Lo real es que no se aceptan las jerarquías, sino el modo en que se ejerce, que no responde al momento actual de la historia. Yo ya no soy un súbdito de la Iglesia. Eso no corre más. Hoy yo me siento Iglesia como todos, soy arte, integrante, participante.

La Iglesia no es un fin en sí misma. Cristo fundó la Iglesia para que fuera un germen, es decir, luz de la tierra, sal del mundo. Para que fuera un grupo que estuviera en la vanguardia y no como sobra del mundo y como museo. Que esté en la transformación hacia el hombre resucitado. Y pensar hoy en el hombre resucitado es pensar en el hombre liberado de opresiones internas y externas. Creo que la tarea de la libertad humana consiste en eso. Dios no le quiere dar al hombre ningún poder. Mi fe me dice que hoy el hombre se construye a sí mismo y construye la historia”.

Como podemos observar, en la corta trayectoria de este sacerdote se encuentran los conceptos más prístinos del Concilio. Pero su destino se parecerá al de su admirado obispo Podestá, ya que en Europa decidirá su destino abandonando los hábitos.

 

El clima del concilio

Si bien el Obispo Ponce de León había conformado un equipo con un grupo de sacerdotes no es menos cierto que en toda la Diócesis se respiraba el estilo que se imprimía. Es que como buen pastor buscó que todos de una u otra manera se integraran.

En San Nicolás basta nombrar las tareas realizadas en la Villa El Pulmón; las visitas de los sacerdotes a las cárceles, a las fábricas, a los barrios; las distintas manifestaciones políticas que hacían; la organización del Movimiento Juvenil Diocesano; la renovación catequística. En esta ciudad estaba el núcleo principal que emanaba del mismo Ponce de León y que agigantaban José Karaman, Jorge Galli y otros.

Ese clima hacía que curas disímiles en su forma de pensar y actuar como Francisco Pedrazzini (sacerdote, carpintero de Pérez Millán), Roberto López en el pueblo La Emilia, Saturnino Prieto, José Muñoz, Gastón Romanello o Carlos Antonio Pérez.

Todos ellos se sentían curas diocesanos. Es decir, curas que tenían como función principal servir al pueblo.

Entre esas actitudes se encuentran los campeonatos de fútbol que fueron conocidos como “el torneo de los curas” que organizaban en San Vicente de Paul los sacerdotes Julián Arriero y Marciano Alba; la creación de un grupo de jóvenes que se llamó “Compromiso” con los cuales se edificaron viviendas, la creación de bibliotecas públicas; la organización de la Juventud Obrera Católica.

Marciano Alba, en un amplio reportaje realizado por la revista “Pergamino entre 15 Días” en 1969, hace un paralelo entre el Che y el padre Camilo Torres y señala que ”el sacerdocio es una manera de ser hombre. Por tanto piensa que la Iglesia no deja de sentir la presencia de Dios en el tiempo, porque quiere salvar al hombre entero, alma y cuerpo”.

Romanello influenciado por el clima de lo que se llamó la nueva Iglesia tendrá esa posición que solicitaba el obispado de esos tiempos y estará al lado de los setenta ferroviarios que habían sido trasladados como una forma solapada de censaría. Una posición que trajo una división de opiniones en la ciudad, ya que muchos estaban de acuerdo, pero una gran mayoría manifestaba lo contrario. El mismo sacerdote fue contundente:

“Lo que ocurre es que hay todavía gente que cree que los curas no deben salir de la sacristía y, por lo tanto, desentenderse de este tipo de problemas, aún cuando se han llegado hasta nosotros, como ocurrió en estas circunstancias en que se buscó apoyo y solidaridad”.

No hacía el sacerdote otra cosa que aplicar el documento conciliar Eclesial Suam que señalaba que el papel de la Iglesia “no es ni de reparación, ni de indiferencia, ni de temor, ni de desprecio, sino de profunda y estrecha colaboración y participación de los dolores y los trabajos de este mundo”.

En este conflicto de los ferroviarios estuvo a la altura de las circustancias el padre Carlos A. Pérez, quien acompañó a Romanello en todas las entrevistas y reuniones. En una de ellas ante el mismo general De Marchi, quien estaba encargado de los ferrocarriles. En esa oportunidad este sacerdote dejó sentada su posición ante la pregunta de por qué se metía en un problema que no era de él:

“Porque todo lo que es un problema humano interesa a la Iglesia. La actitud de servicio está en todos los órdenes.”

En el año 1968, Gastón Romanello realiza otra cruzada y con coraje arremeterá una férrea posición en contra de la usura. Expresa en sus homilías y por todos los medios posibles que “la usura además de un robo es un crimen porque quita a su víctimas el deseo de vivir como en el caso de los suicidios por angustias económicas. En los diez Mandamientos cuando se habla de los peligros de la propiedad privada, existe una parábola que sintetiza este defecto de nuestra sociedad: Resulta que mientras un médico auscultaba a un enfermo le dice que quería observar el ritmo de su corazón pero al hacerlo no oía nada por la billetera que tenía en ese lugar. Al sacársela pudo oír los latidos, y eso es lo que hay que hacer”.

Podríamos continuar porque esas posiciones se daban a lo largo y a lo ancho de la Diócesis.

Pero queda en claro que a pesar de que muchos de estos sacerdotes no firmaban manifiestos o estaban directamente enrolados en el llamado Movimiento de Sacertoes para el Tercer Mundo estaban metidos dentro de ese clima: el de los sacerdotes al lado del pueblo trabajador.

 

Declinación del movimiento

El Movimiento tuvo un apogeo a partir de la década del sesenta. Un crecimiento inusitado, pero explicable. La situación política-social del país necesitaba esa posición progresista que asumían los sacerdotes, pero como obedeciendo a las leyes de la naturaleza todo crecimiento lleva incorporado las declinaciones, las crisis, la destrucción. Observamos la primera de ella en diciembre de 1968 cuando se realizó un acto de erradicación de las villas de emergencia y un ayuno de protesta cercano a Navidad. El Padre Osvaldo Musto se alejó del Movimiento que estuvo en desacuerdo en hacer el acto y el ayuno porque se estaba cercano a Navidad y la gente estaba pensando más en el pan dulce y en la sidra que en acompañar una actividad política.

Podríamos llamar crisis menores, pero crisis al fin, que debilitaba al Movimiento.

Una crisis fuerte se presentó con el secuestro de Aramburu en el cual se detendrá y enjuiciará al padre Alberto Carbone por encubrimiento del asesinato. Esto produce un quiebre ya que demostraba con claridad el compromiso que se debía asumir si se quería cambiar las cosas. No todos estaban dispuestos a semejante sacrificio. Situación que se profundiza con la muerte de los montoneros Abal Medina y Gustavo Ramus y el arresto de los sacerdotes Carlos Mugica y Héctor Benítez por apología del crimen.

También produce una tensión el decidido vuelco hacia el peronismo que se tomó en 1971. El acercamiento hacia esta línea política se fundamentó señalando que era el movimiento político necesario como vía para la revolución que llevara al pueblo hacia el socialismo latinoamericano. Esa es la razón por la cual los sacerdotes Carlos Mugica y Jorge Breñaza estarán en el avión que trajo de vuelta a Juan Domingo Perón después de 17 años de exilio; y es la razón por la cual 60 sacerdotes se entrevistaron con perón en 1972.

A mediados de 1971, en Perú sale el libro del sacerdote Gustavo Gutierrez llamado “Hacia una teología de la liberación” que acaparó la atención de muchos sacerdotes argentinos. También incidió notablemente el libro ”La Iglesia Clandestina”, pues daba el discurso necesario a todos aquellos sacerdotes contrarios al Movimiento.

Las persecuciones llevadas a cabo dentro de la propia Iglesia como la realizada por las fuerzas de la represión hicieron lo suyo. Vemos como en 1972 fueron arrestados los sacerdotes: Ruben Dri, Juan Carlos Arroyo, José María Ferrari, Néstor García, Santiago Mac Guirre.

En 1973, por disconformidades ideológica renuncian Miguel Ramondetti y Héctor Botán. En este año las divisiones se acrecientan entre ellas por el tema del celibato ya que integrantes del Movimiento toman la decisión de apoyarlo lo que lo debilita aún más.

Realizando una apretada síntesis señalamos que la debilidad más grande se produce cuando el Movimiento se partió en dos al estar uno por el socialismo latinoamericano y exponiendo que el peronismo estaba lejos de esa idea; y los que estaban por el peronismo como el caso del padre Carlos Mugica. Justamente el asesinato de éste, y de aproximadamente otros veinte, puso fin al Movimiento, y si quedaba algo el asesino golpe de 1976 lo terminará.

Muchos sacerdotes abandonaron el ministerio sacerdotal y se refugiaron en trabajando como albañiles, electricistas, o empleados en fábricas.

 

Conclusión

El Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo fue llevado adelante por un grupo importante de Obispos y de sacerdotes que se encontraron en sintonía con los movimientos sociales-políticos de la década del sesenta y que sintieron la necesidad de acompañar al pueblo en su lucha por la liberación.

En la opción de mantener la dependencia y explotación decidieron apoyar el proyecto de liberación que posibilitara la realización de una sociedad basada en la justicia y la fraternidad donde no hay opresores ni oprimidos.

En nuestra Diócesis de San Nicolás de los Arroyos, el Obispo Ponce de León y un grupo importante de sacerdotes como José Karamán, Marciano Alba, Eugenio de la Cruz, Osvaldo Guidi, Angel Zaragoza, Jorge Galli, César Niz, Jorge Galli, Humberto Pettinari y algunos otros estuvieron en esa frecuencia de pensamiento, en esa actitud de compromiso para con el pueblo humilde, el pueblo trabajador al tomarse en serio –o mejor dicho- al tomarse en su total plenitud el Concilio Vaticano II. Asimismo fueron numerosos los sacerdotes que, sin tener un compromiso en esa línea, tuvieron una posición ideológica que se ajustaba a esos nuevos tiempos.

Las divisiones internas que se suscitaron en el mismo Movimiento, las persecuciones, asesinatos, arrestos que se realizaron y, por sobre todo, el golpe militar de 1976, hicieron desaparecer, no sólo de la Argentina sino a los largo y a lo ancho de América, la idea de una Iglesia que acompaña a su pueblo en el proceso de liberación.

Este es un aspecto de suma importancia para entrever la dimensión que tuvieron los golpes de estado en la mayoría de los países de América del Sur: quitar el enriquecimiento ideológico que se estaba logrando en el pueblo.

El vaciamiento de las ideas socialistas dentro de la Iglesia y en el seno mismo del pueblo serán estimuladas desde los centros del poder con medidas filosóficas, sociológicas, psicológicas impulsando la idea del fin de la historia, de la llamada globalización y de las ideas liberales. Situación que se hizo posible con el asesinato, el quiebre y la desaparición de miles y miles de personas. Entre ellos numerosos sacerdotes, como fue el caso del obispo Ponce de León con el cual se aplicó la sencilla sentencia: “Matar al pastor para que se desbanden sus ovejas”.

Pero bien lo sabemos: el pueblo puede retrasar su marcha, pero nunca detenerla.

 

IGLESIA Y POLÍTICA EN EL PERGAMINO DE LOS ‘70

por Fabián Ortiz

 

Marciano Alba se instaló en la entonces Capilla San Vicente de Paúl, el 21 de marzo de 1965. En entrevistas realizadas en el barrio Güemes a personas que viven allí hace casi cuarenta años, se destacan rasgos muy particulares de su personalidad que eran totalmente revolucionarios para la Iglesia de la época. Los testimonios de la gente del barrio nos hacen pensar que el Padre Marciano Alba compartía los postulados del Concilio Vaticano II que pregonaba un aggiornamiento de la Iglesia para acercarse más al pueblo, y principalmente al pueblo pobre.

En esta nota nos interesa fundamentalmente descubrir cómo se ha expresado esta "Nueva Iglesia" y qué implicaciones ha tenido en el devenir histórico de la ciudad de Pergamino.

Comenzaremos por decir que en los finales de la década del sesenta, y principios de los años setenta, en la ciudad de Pergamino existían varios grupos estudiantiles y dos grupos parroquiales. En la parroquia San Vicente ejercía su ministerio el Padre Marciano Alba, en donde existía lo que se llamaba el grupo juvenil San Vicente que trabajaba en los barrios Güemes y 12 de Octubre. En la iglesia Merced existía el grupo El Ateneo. Después de un tiempo ambos se fusionan en solo grupo que se llamó "Emmanuel", que en hebreo significa “Dios con nosotros”.

El grupo Emmanuel quedó conformado al principio de la década del 70 y llega a contar con unos 40 jóvenes: Jorge Raies, Alberto Torrent, Chico Serenelli, José María Pellita, Leonor Pierro, Gerardo Pérez, Alejandro Ferrari y Luís Ceccón, son algunos de los jóvenes de Pergamino que fueron parte del grupo "Emmanuel. Todos ellos tenían un gran compromiso social y varios militaban activamente en el peronismo, en Montoneros, en ERP, en el PC, etc. Algunos de ellos serán luego víctimas de la desaparición forzada de personas en manos de la dictadura militar. El padre Marciano Alba, fue el gran impulsor de este grupo juvenil.

En una entrevista realizada al sacerdote Marciano en la catedral de la ciudad de San Nicolás, donde actualmente desempeña su pastoral, comentó acerca de su tarea en esos años: "Nuestra tarea era atender la parroquia con sus respectivas capillas. Trabajábamos con un grupo de jóvenes, éramos alrededor de cuarenta, el grupo se llamaba "Emmanuel.

El trabajo consistía entre otras cosas en visitar a las familias, ayudar a construir sus casas. La labor evangélica consistía en un gran trabajo social. Nos comprometíamos mucho con la realidad de los barrios carenciados especialmente con el barrio "Güemes" y el "12 de Octubre". Pero, este compromiso de los jóvenes no solo se daba en la ciudad de Pergamino. La pastoral de la Juventud era un movimiento muy fuerte dentro de la Iglesia por lo tanto con los jóvenes de mi parroquia viajábamos a diferentes lugares de la provincia para participar."

En enero de 1974, en el diario La Opinión aparece una gacetilla de prensa del grupo Emmanuel, quienes se autodefinían como un movimiento de jóvenes apoyados por gente adulta y que instaba a romper con las estructuras opresoras del sistema que se basa en el "sacrificio de muchos para el beneficio de pocos, considerando al hombre como una máquina más en el sistema de producción". Querían, según sus palabras, crear una "conciencia de todas las desigualdades irritantes." En esta nota realizan un llamamiento a todos los jóvenes a unirse a su lucha por una sociedad más justa, "ningún hombre, y menos aún si es joven, puede permanecer indiferente ante esta realidad". También dice la nota, "se intenta estimular la unión de la gente" para luchar por sus reivindicaciones. Plantean que no quieren hacer beneficencia, que lo que intentan es hacer un acto de justicia ante la desigualdad en que viven las personas que son marginadas del sistema. Termina la nota diciendo: "Esa lucha, a nosotros como cristianos, tiene que comprometernos cada vez más ante las situaciones que ocurren en el país y más concretamente aquí en Pergamino". Con estas palabras queda claro el compromiso social y la militancia que estos jóvenes tenían, como así también las ideas políticas que ellos expresaban y cuál era su ideología. El padre Marciano Alba, consultado acerca de si tenía conocimiento de la militancia de jóvenes del grupo, contesta: "yo noté que la juventud se fue politizando; eran jóvenes. Tenían sus proyectos, sus ilusiones, sus responsabilidades y también deseos de cambiar la realidad".

En otra parroquia de la ciudad de Pergamino, en Santa Teresita del Niño Jesús, ubicada en el barrio Otero, el Padre Jorge Galli también realizaba una fuerte tarea pastoral abocada a los más necesitados de ese sector de la ciudad.

El primero de Abril de 1976 detienen al Padre Marciano Alba junto con el Padre Galli. Así relata Marciano alba su detención:

"Recuerdo una noche muy fría, lloviznaba. Y pensé si tienen que venir, seguro no va a ser hoy. Y estaba equivocado. Porque esa noche el 1 de abril de 1976 a las 1:20 de la madrugada, golpearon a la casa parroquial de San Vicente. Cuando pregunté quién era respondieron que la policía. Automáticamente llamé al Padre Gastón Romanello, para contarle lo que estaba pasando. Luego volvieron a golpear y les abrí. En ese momento varios soldados ingresaron a la casa y comenzaron a revisar todo. Volteaban los libros como buscando algo, revisaron de forma completa la correspondencia y me preguntaban quiénes eran cada una de las personas que escribían las cartas. Luego el oficial que estaba a cargo del operativo me pregunta si tenía un arma y yo, señalando el crucifijo, le contesto: esta es mi arma.”

“Minutos más tarde llega el Padre Gastón Romanello y le pregunta a uno de los oficiales cuáles eran los cargos y él le contestó que solamente cumplía órdenes y que no estaba autorizado para dar esa información.”

“Me llevan a la Comisaría tercera de Pergamino, esto sucede a las 03:00 de la madrugada aproximadamente. Luego de una hora y media escucho que dicen: "Operativo Otero" y pensé en ese momento en el Padre Galli. Que estaba realizando el mismo trabajo que nosotros pero en otra zona de la ciudad. Y así fue como hora más tarde llega el Padre Galli. Minutos más tarde nos trasladan al Penal de San Nicolás. Allí nos encontramos con otro sacerdote de la diócesis que también había sido arrestado: el Padre Raúl Acosta. Estuve tres días detenido en el Penal y en ningún momento fui agredido físicamente. Luego estuve recluido por orden de los oficiales seis días más en el obispado.”

Al preguntarle si él sabe el motivo por el cual fue detenido, Alba responde:

“Esa misma noche fue el obispo a visitarnos y a mí me dijo que los cargos eran muy graves: que estaba culpado de ser correo del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Pero en realidad, el trabajo social, era muy mal visto. Se pensaba que nosotros hacíamos política, cuando en realidad estábamos realizando una tarea pastoral.”

Del análisis de las entrevistas que hemos realizado a gente del barrio se desprende claramente que en la intención del grupo al que estaba vinculado el padre Marciano Alba, no era solo catequística como el mismo nos dice en la entrevista, sino que existía una intencionalidad política e ideológica. No queremos decir con esto que el cura nos este mintiendo, sino que la nueva doctrina de la Iglesia del último Concilio era muy distinta a la Iglesia pre-conciliar y son los propios sacerdotes Tercermundistas quienes abren el dialogo con el marxismo. De esta manera dentro del grupo "Emanuel" existían distintas concepciones políticas e ideológicas. Dice un ex integrante del grupo: "éramos muchos integrantes dentro del grupo de los cuales algunos tomaron una tendencia y otros tomaron otra, algunos se volcaron a la derecha y otros estaban con Montoneros"

Dice una vecina del barrio "ellos nos explicaban que todos somos iguales. A las misas que se hacían acá en el barrio cuando había algún bautismo venia gente de todos lados y después de misa nos juntábamos a charlar".

Cuando se le pregunta si hablaban de política, inmediatamente lo niega y dice "ellos siempre nos decían que tenemos que ser más unidos los pobres porque así nos podemos ayudar entre nosotros; nos enseñaban a escribir a los que no sabíamos y nos enseñaban a compartir. Si uno tenía un desodorante y el vecino no tenia, se lo prestaba. Yo tenía una plancha y era la única en la cuadra que tenía, así que se la prestaba a todos los que me la pedían."

Al insistir con nuestra pregunta sobre si hablaban de política o ideología responde:

"No, siempre nos enseñaban a ser solidarios, y que todos somos iguales".

Creemos que en nuestra ciudad, el accionar del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, y la gente que este reunía, tenía una importante carga ideológica. Basándonos estrictamente en lo que dice Marciano Alba, no podemos afirmar que el grupo haya tenido una orientación socialista. Pero si nos detenemos a analizar las entrevistas de los demás actores de este proceso histórico, ya sea de los vecinos del barrio o los integrantes del grupo "Emanuel" podemos afirmar que la intención era movilizar a la gente, prepararla para una etapa ulterior en la que la sociedad toda se liberaría de las cadenas de la opresión capitalista. Ya hemos dicho que dentro del grupo existían elementos que simpatizaban con las ideas del socialismo y del marxismo, sería ingenuo pensar que dichos militantes solo se dirigían al barrio para realizar una tarea de asistencialismo. Nuestra hipótesis se completa afirmando que la gente del barrio solo vio en el grupo de jóvenes y el sacerdote que los guiaba, una ayuda más, como tantas veces la iglesia lo hizo, para poder seguir manteniendo el orden establecido desde hace más de dieciséis siglos. En este punto podemos referirnos al pensamiento de Paulo Freire, (Pedagogo brasileño) quien sostiene que la verdadera solidaridad no es aquella en la un individuo o grupo satisface algunas de las necesidades de los desposeídos, sino que para que sea tal la solidaridad debe estar basada en la idea de la liberación, es decir que la persona deje de estar en la situación de opresión en la que se encuentra, realizando así una doble liberación la del oprimido y la del opresor. Las personas del barrio no alcanzaron a comprender la dimensión política del momento que se estaba viviendo. Decimos esto porque siempre que se le pregunta sobre política niegan rotundamente que se hablara de estos temas, pero el análisis de las respuestas que dan nos dice otra cosa, "no, de política no hablábamos, solo nos enseñaban que teníamos que reclamar por nuestros derechos (...) que teníamos que unirnos, que todos somos iguales y no tiene que haber privilegios." Esta es claramente una posición política con una ideología definida.

Si interpretaban y entendían el momento político los jóvenes del grupo "Emanuel." En una entrevista realizada a un ex integrante de este grupo de jóvenes, este manifiesta que en esa época estaban al tanto de todo lo que ocurría en el mundo y en el país, "nosotros discutamos todo, nos identificábamos con algunos conceptos de la juventud peronista y con la labor del Padre Mujica en Retiro." Según nuestro entrevistado, el grupo, inclusive el Padre Alba se auto definían como un "despertador de la sociedad" una sociedad que por lo tanto, se encuentra dormida ante los problemas fundamentales del sistema de explotación del que son víctimas, se pretendía que la gente despertara de su letargo, pero no para captar gente para la Iglesia, sino para que se unan entre sí realizando tareas sociales, dice nuestro entrevistado, "el fútbol infantil se inicio en la Parroquia San Vicente....todos los del barrio íbamos todos los días a la noche a jugar al fútbol, era una forma de unirse, a nosotros no nos interesaba tanto que las personas fueran a la misa, sino que se despertaran y que comprendieran su valor en la sociedad"

Podemos concluir que el trabajo del sacerdote Marciano Alba y de los jóvenes del grupo "Emanuel", aunque no fue comprendido en su dimensión histórica y social, dejo en el barrio una marca que no han podido borrar más de treinta años de silencio. También han quedado restos materiales como por ejemplo la Capilla San Francisco Asís, que pudo llegar a ser un lugar de reunión de una nueva sociedad planteada en la igualdad y que quedo sin terminar cuando las redes de solidaridad se rompieron forzosamente para dar paso a una sociedad basada en el individualismo y el éxito personal.

Después de la intolerancia y de la barbarie de la represión, que atemorizan hasta hoy a la gente que vivió de cerca la muerte, la tortura y la desaparición y a pesar de mucho tiempo de mudez por parte de la dirigencia política, las redes sociales se están restableciendo y podemos ser optimistas sobre el futuro de nuestra sociedad.

BOLIVIA

por  Rubén Ariel Saccani

 

 

En los últimos años pareciera que nuevos aires políticos sobrevuelan nuestra América del Sur. Esto queda demostrado en ideologías progresistas puestas de manifiesto no sólo desde la retórica sino también a partir de voluntades y acciones concretas, que han colocado al hombre y la política por delante de la economía. En otros tiempos -no lejanos-, los gobernantes daban cuenta de la situación inversa, a la que justificaban como imposición "por la mera fuerza del mercado".

Afortunadamente, hoy parece tener cabida prioritaria la revalorización de los Derechos Humanos, el acento en la justicia social y una mejor distribución de riquezas, en que no todo programa de desarrollo social debe estar sujeto a que los números de las finanzas y la economía permitan cerrar con superavit solamente los balances de los organismos financieros y crediticios internacionales, voraces en percibir el capital de los intereses de las deudas externas contraídas en esta parte del hemisferio por unos pocos sinvergüenzas, que a su turno, justificaron toda clase de corrupción en pos del "progreso, la modernidad y el ingreso al primer mundo".

Una muestra de tiempos distintos que corren es el caso de nuestro vecino país de BOLIVIA. Su reciente y lejana historia en nada se diferencia en demasía con las historias de sus hermanas naciones sudamericanas; compartiendo los mismos orígenes, la costosa independencia con innumerables muertes, las batallas, la lucha por la libertad y la defensa de sus raíces, similares diferencias socio-culturales, la usurpación del poder político soportanto maquiavélicos gobiernos de facto que bajo los sinos de la muerte y el terror de estado unieron a militares contemporáneos con la clase dirigente económica y la cúpula religiosa dominante, los lazos de sometimientos con los Estados Unidos mediante el consenso de Washington, el Plan Cóndor, las acciones de inteligencia de la Cía, la injerencia directa de los organismos financieros y económicos internacionales ordenando "recetas de conveniencia", el hambre, la pobreza, su gente....

Como una ironía del destino, quizás ni el mismísimo Ernesto Che Guevara hubiera imaginado en sus sueños durante su largo deambular por la selva boliviana a fines de la pasada década del 60, que en el amanecer del siglo XXI el voto democrático del pueblo boliviano hubiera llevado al poder del Estado un proyecto político socialista.

Un pueblo, precisamente, al que nada -ni nadie- le había brindado un poco de justicia social, de desarrollo tecnológico, industrial y de servicios públicos, donde quizás resuelva definitivamente asumir su propia identidad, donde hasta la pobreza -mísera y espantosa- alcanza los vástagos rincones de sus montañas (al igual que en otros tantos lugares de nuestra América, incluyendo nuestro postergado Chaco), y donde resulta por demás significativa la provisión de una ambulancia -tantas veces postergada-, lo cual motivó la sorpresa y el agradecimiento de su gente, volcada en una leyenda pintada sobre un muro.

Donde la salud sea para todos, la educación incluya a todos, y no sean meras utopías…Donde la existencia de las treinta y seis etnias de las diversos pueblos originarios, recién alcance conocimiento y difusión masiva en estos tiempos…Bolivia!... una tierra inmensamente rica, tanto como para haber enriquecido a la Europa del siglo XV y XVI con la plata del devastado Cerro Rico de Potosí. La misma Bolivia, cuya paradoja da cuenta de ser uno de los sectores del planeta con mayor riquezas de gases y minerales, y a la par, evidenciar la escasez de combustible por no contar con un litro de gasolina en alguna estación de servicio …(léase la ciudad de Santiago de Cotagaita de unos 24.000 habitantes, ubicada a 180 km. al sur de Potosí, sitio histórico donde el 27 de octubre de 1810 fue escenario de la primera acción del Ejército del Norte en el Alto Perú al comando del General Balcarce en la guerra de la independencia. Cómo no recordar por esos lares también, a Juana Azurduy y Manuel Padilla!!!..).

Los desafíos de Evo Morales en el segundo periodo de su mandato de gobierno, deberán fortalecer las premisas e ideas que lo ubicaron en el privilegiado lugar de administrar las riquezas y pobrezas de su nación. Un sitio al que accedió por el simple hecho de ser “uno de ellos mismos”, por contar con el crédito de la honestidad, y dar batalla por una anhelada y postergada justicia social, de la igualdad de oportunidades, de priorizar la educación, el desarrollo económico sustentable, de la construcción de innumerables obras publicas revirtiendo la precariedad de obras de infraestructuras y servicios públicos.

El pasado 21 de enero de este año, la ciudad prehispánica y preincaica de Tihuanaco fue el escenario de la nueva coronación presidencial de Evo Morales (presidente por segunda vez), festividad rodeada de una magnitud simbólica cuya celebración de Ritos Ancestrales solo puede ser dimensionado por los indígenas, herederos de los pueblos originarios de esa parte de América ubicada al sur del lago Titicaca.

Tihuanaco es el centro ceremonial en que los pueblos ancestrales acudían para recibir la sabiduría de la Pachamama (la madre Tierra Andina) y tomar energía para seguir por el buen camino y recibir los bastones de mando de los indígenas. El “dios sol” tampoco estuvo ausente en esta segunda ocasión (la primera había sido cuatro años antes), y Morales estuvo acompañado por una centenaria sacerdotisa aymara.

No faltaron tampoco organizaciones sociales como el movimiento Tupac Amaru de Jujuy y los cientos de jóvenes argentinos y sudamericanos en apoyo y reivindicación de políticas públicas nacionales que prioricen necesidades básicas de su gente.

Vivenciamos junto a una multitud de unas cien mil personas, la aparición de Evo Morales Ayma por la “Puerta del Sol” en las ruinas de Tiwanaku, donde el presidente hizo la convocatoria a “un Estado Plurinacional” de Bolivia poniendo fin a la vigencia de una “Estado Colonial”, donde coexisten 36 tribus de indígenas (ignorando el pueblo mismo sobre sus existencias), ilustrando su discurso en tres de los idiomas oficiales del país: aimara, quechua y español.- Así pues, a la par, las escoltas de ponchos rojos –“la guerrilla aimara”-, permanecieron en las murallas que bordean el templo de Kalasasaya con banderas de Bolivia y “whipalas”, las enseñas de los indígenas andinos.

Evo Morales intenta implantar en el estado boliviano una nueva era, un nuevo capítulo en la historia republicana en donde anteriormente solo comandaban los destinos del país "los señores" de la dirigencia provenientes de las clases más acomodadas con neto corte europeizante y neoliberal, mientras cada vez más se acentuaba la diferencias sociales, la explotación y la miseria de la mayoría del pueblo.

La presencia de Evo en el poder es un decir adiós a las tecnocracias, a las recetas económicas del imperio dominante, los designios del Banco Mundial y de Harvard, de las consultorías millonarias para incrementar más pobres y obtener las riquezas para el Fondo Monetario Internacional o el Club de Paris.

No por nada, o mejor dicho por las historias de gobiernos pasados, Evo Morales obtuvo un apoyo masivo en su reelección con casi 64% de votos.- En ese contexto, aun se cree que poco menos de dos millones (2.000.000) de personas se encuentran sin estar censados y permanecen excluidos de todos los beneficios y necesidades sociales en las zonas rurales de Bolivia.

El Movimiento al Socialismo (partido de Evo Morales), intenta fijar las bases de una nación sumida en la pobreza del subdesarrollo y que necesita de sobremanera la explotación de todos los recursos naturales, el gas y la minería, para alcanzar la soberanía alimentaria, la garantía de la seguridad social, la educación y el desarrollo económico sustentable revitalizando el mercado interno y las exportaciones mediante la intervención del estado para la reparación de ciertos sectores sociales postergados.

Vale la pena recordar la cita de Eduardo Galeano en su obra “Espejos”: “(...) Y así fue en toda América, de norte a sur. Todas nuestras naciones nacieron mentidas. La independencia renegó de quienes, peleando por ellas, se habían jugado la vida; y las mujeres, los pobres, los indios y los negros no fueron invitados a la fiesta. Las Constituciones dieron prestigio legal a esa mutilación. Bolivia demoró ciento ochenta y un años en enterarse de que era un país de amplia mayoría indígena. La revelación ocurrió en el año 2006, cuando Evo Morales, indio aymara, pudo consagrarse presidente por una avalancha de votos. Ese mismo año, Chile se enteró de que la mitad de los chilenos eran chilenas, y Michelle Bachelet fue presidenta”. (“Espejos”, una historia casi universal, de Eduardo Galeano, págs. 185/6, Siglo XXI Editores, 2008).

CAMINO REAL

 por  Javier Vucotich

Permanecer en casa tan sólo porque es más seguro y tranquilo me hace sentir prisionero de la rutina. Si no pudiese viajar sentiría el lento empobrecimiento de mi espíritu.

Hoy tenemos la suerte de poder ver el mundo casi ilimitadamente. Esta libertad la debemos aprovechar y conservarla por todos los medios.

Mi inclinación a vivir la idiosincrasia de los pueblos y aventurarme en la naturaleza, por lugares de encanto y aventura, donde reviven los sentidos, y despiertan los instintos me han dejado la necesidad de relatar mis viajes.

Gracias al espacio que me cede gentilmente “Logos” trataré de reflejar, en pocas palabras, la esencia y la impresión que me deja cada uno de los lugares visitados. Pero antes voy a contarles del origen de este nombre.

Voy a hacer una pequeña referencia de por qué llamamos a este espacio Camino Real.

Mientras que en Europa a los carros se les complicaba transitar por los fangosos senderos América contaba con una vasta red de carreteras de piedra que permitieron la expansión del imperio y de la cultura incaica. Todos ellos conducían al ombligo del mundo, Cuzco. El camino más importante era el Cápac Ñan (camino real), con una longitud de 5.200 kilómetros, que se iniciaba en Quito (Ecuador), pasaba por Cuzco y terminaba en lo que hoy es Tucumán. Atravesaba montañas y sierras, con alturas máximas de más de 5.000 metros. Pero a partir del 21 de noviembre de 1739 cuando los británicos capturaron y saquearon Portobelo, quedó demostrado a las autoridades españolas que convenía oficializar una ruta más segura y hasta entonces solo usada para el contrabando . Fue desde entonces que las riquezas comenzaron a bajar del Alto Perú por el "Camino Real", pasando por Salta y Córdoba hasta llegar al puerto de Buenos Aires, puerto que como habíamos dicho había crecido precisamente con el contrabando. Entre 1771 y 1773 el visitador Alonso Carrió de la Vandera, enviado de la corona, recorrió desde Buenos Aires a Lima para establecer una red de postas y oficializar así el Camino Real.

Volver a andar esos polvorientos senderos significa redescubrir un pasado y vivir en medio de una historia que nos haga protagonistas.


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